Mucho se ha hablado acerca del lenguaje no verbal, sobre si somos capaces de descubrir qué piensa nuestro interlocutor, si nos esconde algo o dice la verdad. Uno de los ámbitos donde más se estudia es en a nivel político.
Es fácil descubrir el antes y el después de un líder político, viendo sus comienzos en un partido y comparándolo unos años más tarde. Vemos cómo se cuidan mucho todos los detalles, las manos cada vez se hacen menos expresivas y se trata de no descubrir más de lo que se desea.
Si analizamos pormenorizadamente algunos vídeos en los que diversos líderes políticos se saludan, nos daremos cuenta el énfasis que ponen en estar colocado en ciertas posiciones, en que sus manos se vean por encima de la otra o en el orden a la hora de entrar en una estancia. Detalles que visto desde una óptica ajena al lenguaje no verbal no entenderíamos, incluso alguna vez nos podría resultar hasta ridículo, pero que tiene un significado más allá del que a primera vista podríamos imaginar. Quedar por encima del otro, marcarse como líder…son el lenguaje subliminar que nos dirigen con todos estos movimientos. Es por ello que se dice que el 55% de la comunicación nos llega a través del lenguaje corporal, 38% del uso de la voz y 7% del contenido en sí de las palabras. No es una afirmación tan exacta, pues habría que puntualizar ciertos aspectos no tenidos en cuenta cuando se enunció dicha ley -a veces ha sido mal interpretada - pero sí es verdad que nos hace darnos cuenta que no sólo son importantes las palabras cuando hablamos, ya que nuestro cuerpo dice mucho más de lo que nos podríamos imaginar.
Pero, ¿qué pasa si lo que transmitimos es ajeno incluso a nosotros mismos? Hay ciertos movimientos que podemos controlar, se puede trabajar hasta llegar a ser un experto en trasmitir solo y exclusivamente lo que queremos que entienda la audiencia (Obama se considera un verdadero experto en la materia). Pero nuestro subconsciente nos hace a veces malas jugadas. Las manos es lo que más fácilmente podemos controlar, pero los pies sirven como vía de escape de aquellos impulsos que hemos mantenido a raya. Es fácil ver a un político hablando serenamente desde un atril, moviendo las manos con armonía y voz segura, pero al enfocar nuestra mirada por detrás, apreciar cómo las piernas se mueven sin parar, como tratando de asentarse y controlar la tierra que pisa. Podemos también ver a personas hablar muy seguras de un tema, afirmando con rotundidad algo, que luego subconscientemente está negando con la cabeza, e incluso siendo más observadores, con un movimiento de derecha a izquierda de los pies.
Pero, ¿sólo transmitimos lo que pensamos? Es decir, al mentir en nuestro interior sabemos que lo estamos haciendo. ¿Y si también trasmitimos incluso lo que nos es ajeno, lo que llevamos tan en nuestro interior que nosotros mismos no somos conscientes? Por ello hablamos de nuestro “subconsciente”, porque va más allá de lo que creemos que sabemos de nosotros mismos. Nuestras historias pasadas, nuestros guiones de vida, aquello que nos ha marcado de pequeños….son aspectos que los interiorizamos como normal, muchas veces como algo superado, e incluso como aspectos hasta olvidados de nuestra infancia, pero que definitivamente nos ha marcado en nuestra manera de ser, siendo quienes somos por todo lo vivido. A través del análisis del lenguaje no verbal expresado, unido a las respuestas a ciertas preguntas llamadas “poderosas” (por la información que nos aporta cuando a primera vista carecen de sentido), podemos obtener ideas clave sobre nuestra personalidad y guion de vida, muchos aspectos conocidos para la persona analizada, pero otros más profundos e inconscientes para ella. Son estos datos los que pueden trabajarse para tratar de crecer desde el interior al exterior. Como diría Stephen Covey: “El camino a la grandeza es un proceso de crecimiento secuencial de dentro hacia fuera”.
Estos aspectos son los que trabajamos desde iPrende. Aprendemos a descubrir lo que nuestros gestos comunican, aprendemos cuáles son los guiones de vida marcados, analizamos al otro para comprendernos a la vez a nosotros mismos. Buscamos el crecimiento que nos sirva de motor de cambio. ¿Te atreves a comenzar este camino?